jueves, 22 de junio de 2017

Fomentando una autoestima sana en niños y niñas: Pautas de actuación

La autoestima se entiende como la auto-valoración que hacemos las personas sobre nosotros mismos, tanto a nivel físico como psíquico. Se ha definido como una serie de creencias o sentimientos, de percepciones hacia y sobre nosotros. Comienza a forjarse ya durante las primeras etapas de la vida, durante la infancia, y se va instaurando y consolidando en mayor medida en los años posteriores. No obstante, cómo comienza a fundamentarse en los primeros años de vida tendrá importantes influencias incluso en la vida adulta.

La autoestima se va forjando inmersa en cantidad de factores que le van a influir. Entre los más importantes, encontramos factores personales y como los percibe el niño o la niña así como cómo los percibe su entorno (imagen, habilidades…). Las personas significativas para el/la niño/a  son un factor clave como influente en la formación de la autoestima (relación con los padres y madres, con amistades, con profesores… ). Además, un último factor de gran influencia (entre muchos otros que también incidirán) será la cultura y las creencias e ideas compartidas por la sociedad en la que vivimos. En parte, la valoración que un niño/a comienza a realizar de sí mismo/a está altamente ligada a la valoración que recibe por parte de las personas de su entorno, en especial de las principales figuras de apego (familiares cercanos, padres, madres, abuelos/as…), además de verse influidos de las creencias compartidas en sociedad (aunque estas inciden en mayor medida en la preadolescencia y la adolescencia).

Identificar a niños/as que tienen una autoestima sana y positiva o no puede ser apreciable a simple vista. Quienes están desarrollando una autoestima sana, tienden a verse más eficaces en el manejo de situaciones en su día a día y en su capacidad de enfrentar frustraciones y resistir presiones. Además, se ven más felices, se les puede ver sonreír y disfrutar en mayor medida. En cambio, niños y niñas con baja autoestima tienen a ser más ansiosos/as, y a tener mayores niveles de frustración. En muchas ocasiones pueden tender a rehuir actividades (académicas, deportivas, sociales), a engañar o a tener conductas agresivas. Incluso, puede percibirse la falta de confianza en sí mismos/as de manera manifiesta.

Fomentar la autoestima de los hijos puede parecer una gran responsabilidad para padres y madres.  Como comentamos al principio, son múltiples los factores que inciden, a lo que debemos sumar que los diferentes momentos y situaciones vitales harán que la autoestima varíe. Aún así, la base necesaria reside en que siempre se mantenga un trasfondo de orgullo y respeto por sí mismos, que se puede cultivar desde la relación en el hogar.
A continuación, os dejamos algunas pautas que podéis emplear para fomentar una autoestima sana en los más pequeños, a pesar de sus fluctuaciones:  

  • Compartir tiempo exclusivo con los hijos: Los niños/as tenderán a reclamar y solicitar nuestro tiempo, aunque en muchas ocasiones puede no ser posible. Aún así, es importante que les hagamos saber que siempre dedicaremos un tiempo para ellos (ahora mismo no puedo jugar contigo, pero en un rato, cuando termine, hacemos algo juntos/as). Es importante que en este momento elegido les dediquemos tiempo de verdad, atendiéndoles. De esta manera se sienten valiosos y valorados por nosotros, y podrán hacer lo mismo consigo mismos tras percibirlo por nuestra parte.  
  • Escuchar activamente a los/as niños/as: Al sentir que les escuchamos, sienten que estamos valorando lo que tienen que decir y sus pensamientos. Percibirán su discurso y sus opiniones como valiosas (porque les lanzamos el mensaje de esta manera de que lo son), fomentando una autoestima y autoconceptos positivos.
  • Elogiarles, pero no exagerar: Es importante elogiar y hacer resaltar las cualidades que tienen, fomentando que las integren y las perciban. Habrá que tener cuidado de no hacerlo por absolutamente todo ni en todo momento. Los elogios serán específicos, señalados y sinceros. Cuando algo se les da bien, las cosas salen bien, etc, merece que se lo digamos y valoremos. Así ellos/as sabrán hacerlo también.
  • Evitar las etiquetas: Tenemos que tener especial cuidado con las etiquetas del tipo “tonto”/”listo”, “bueno”/”malo”, etc. NO ayuda a fomentar una autoestima sana. Cuando hagan algo bueno o malo, es mejor centrarnos en el acto y no en lo que “es” el niño o la niña si hace eso. De lo contrario, si se quedan anclados a una etiqueta, obtenemos un resultado contraproducente.
  • Evitar las comparaciones: En muchas ocasiones podemos tender a la comparación, cuando los niños se comportan mal. Tendemos a comparar con sus amistades, primos/as, hermanos/as… Lo que mantenido puede afectar a su autoconcepto. De esta manera no fomentamos que el niño o la niña se acepte como es, cuando tendrían que percibir que todos somos diferentes y no nos hace más o menos válidos.  
  • Olvidarnos de exigirles la perfección: Cuando se les exige demasiado y se emplea un estándar muy alto, generalmente logramos que sean muy autoexigentes (demasiado). Esto puede afectar a su autoestima y autoconcepto. La perfección no existe, por lo que fijar metas demasiado altas que no son realistas y no se van a alcanzar, generará sentimientos de frustración y percepción de fracaso que afectará a su autoestima directamente.
  • Valorar el esfuerzo: Frente a centrarnos en los resultados, tanto si son buenos como malos, centrarnos en el esfuerzo. Por ejemplo, frente a la nota de un examen. Valorar el esfuerzo que han realizado y todo lo que han estudiado más que el que hayan obtenido una nota x. Es mejor reforzar la constancia y el esfuerzo para desarrollar estas habilidades que el resultado, ya que si solo se valora el resultado pueden hacer su autoestima dependiente de ello.
  • Estimular la toma de decisiones: Es una habilidad que deben desarrollar para poder ejecutarla adecuadamente en su vida adulta. Una técnica para estimular la toma de decisiones dentro de unos márgenes, es darles opciones. Si queremos que hagan algo, darle dos o tres opciones similares con resultado similar. Así fomentamos su capacidad y sentimiento de elección.
  • Fomentar su autonomía con responsabilidades ajustadas a la edad: Asignarles responsabilidades que correspondan con su edad implicará dos cosas. Por un lado, fomentamos el sentido de la responsabilidad. Por otro, su autoconcepto al sentir que los vemos capaces de realizar las tareas que se hayan asignado.
  • Fomentar su capacidad de resolución de problemas: Ningún padre ni madre quiere ver a sus hijos fracasar. Pero es clave que cuando cometen un error o surge un problema, vayan incrementando su habilidad para resolverlo. En lugar de protegerlos y solucionar todo por ellos, en la medida de lo posible, fomentaremos que lo hagan ellos mostrándonos de su lado o resolviéndolo de manera conjunta.
  • Fomentar sus intereses y habilidades: Conocerles y escucharles para interesarnos por aquello que les gusta y les interesa, hará que se puedan sentir más valorados y así se puedan valorar mejor. Además, fomentar que desarrollen las habilidades que tienen o que descubran sus intereses incrementará el repertorio de habilidades e intereses, implicando un factor de resiliencia para su autoestima.
  • Educar con cariño pero con firmeza: Una manera de fomentar la autonomía y el desarrollo emocional sano (incluyendo la autoestima) es educar con disciplina y límites, pero siempre desde el cariño y el respeto hacia los/as niños/as.
  • Educar emocionalmente: Validar y etiquetar sus emociones, ayudando a que las comprendan y gestionen. Si se hace daño, si se enfada… en lugar de decir siempre ¡no pasa nada! Etiquetar la emoción, validarla, y centrarle en soluciones. Ayudarle a manejar la frustración. De esta manera, tendrá una conciencia emocional que fomentará esa autoestima sana de la que hemos hablado.

Todo lo anterior  son pautas de actuación que nos pueden ayudar en el día. Son pequeñas acciones que podemos incorporar en nuestra manera de relacionarnos con nuestros hijos, de manera que favorecemos la construcción de una base de autoestima sana y sólida. No obstante, en ocasiones, inciden otros factores emocionales, del entorno, etc, a los que tendremos que prestar atención. Si vemos cambios de conducta, apatía mantenida, que el niño o la niña se han vuelto muy ansiosos, que hay una manifiesta falta de confianza en sí mismos… Es posible que necesitemos acudir a ayuda profesional. Esta se ha mostrado altamente eficaz, sobre todo cuanto antes se aborda la situación.

Si necesitáis ayuda u orientación, no dudéis en poneros en contacto con Martínez Bardaji psicología y salud.

Estaremos encantadas de ayudaros.