miércoles, 26 de abril de 2017

Sobreprotección infantil: ¿Qué es y qué efectos tiene?

Cualquier madre y padre desean lo mejor para sus hijos. Cuando hay pequeños en casa, es inevitable, natural y lógico preocuparse en gran medida por su bienestar y sus cuidados e intentamos, siempre, que sean felices y que no sufran. No obstante, en ocasiones podemos sobrepreocuparnos y caer en un error que deberemos corregir: la sobreprotección. A pesar de que surge del desear lo mejor para niños y niñas, sobreprotegerles tendrá consecuencias negativas en su futuro. Cuando lo hacemos, interferimos en el desarrollo de estrategias y habilidades para su vida. El coste de que ahora estén “protegidos al 100%” será el de interferir en el desarrollo de su seguridad, independencia y estabilidad.

¿Qué es sobreproteger?
Antes de nada, tenemos que comprender qué es la sobreprotección. Sobreproteger significa resolver y solucionar por los hijos aquellos problemas y situaciones del día a día que están capacitados a afrontar,  pero que resolvemos por temor a que no lo logren o a que lo hagan mal y esto les genere sufrimiento. Sobreproteger va más allá de darles cariño, afecto, apoyo y atender sus necesidades y cuidados físicos y emocionales. Llega hasta casi el vivir y pensar por los niños.  Algunos ejemplos podrían ser limitar todo su juego para que no se hagan daño; no pasa nada si se caen, estaremos allí para ayudarles, pero tenemos que permitirles vivirlo. Otros ejemplos son, por ejemplo, hacer las tareas por ellos si les cuesta realizarlas, en lugar de simplemente darles cierto apoyo si lo solicitan y que vivan lo que pasa si un día llevan los ejercicios mal hechos. Vestirles porque no saben hacerlo cuando deberían aprender a ello. Afrontar todas las situaciones que van apareciendo en su día a día por ellos. Los niños y niñas tienen que aprender a vivir reveses y contratiempos, a frustrarse y a buscar soluciones para aquello que no sale como desearían. Les apoyaremos y ayudaremos en esa búsqueda de soluciones. Etiquetaremos con ellos las emociones que están sintiendo para que puedan aprender a manejarlas y les brindaremos apoyo para que sientan que podrán contar con nosotros y que no les abandonamos. Pero no lo viviremos por ellos. De esta manera, podrán desarrollar habilidades de afrontamiento que permanecerán en su vida adolescente y adulta.

¿Qué consecuencias puede tener la sobreprotección?
Padres y madres sobreprotectores exigen a los niños menos de lo que les corresponde para su edad. Apenas les dejan asumir responsabilidades y cuando posteriormente al crecer tengan que hacerlo, les resultará mucho más complicado. En casos de elevada sobreprotección durante la infancia, nos encontramos en la juventud y vida adulta con personas que parecen casi adolescentes o que tienen un alto grado de inmadurez para su edad. No han aprendido a afrontar de manera efectiva la frustración y los reveses de la vida, ni las responsabilidades a las que tenemos que ir haciendo frente, ya que nunca han tenido que hacerlo. Además, pueden resultar ser personas miedosas ya que han recibido desde la infancia que todo a su alrededor es peligroso.

¿Dónde queda el punto intermedio?
Queda en conocer a los niños y de lo que son capaces. Aunque parezcan pequeños e indefensos, tienen mucha más capacidad  de la que pensamos para resolver situaciones de diferente índole, no dejan de sorprendernos. Habrá que dejar que poco a poco adquieran responsabilidades adaptadas a su edad, que poco a poco vayan siendo ligeramente más independientes. Es posible que, en ocasiones, esta sobreprotección tenga que ver con que hayan vivido un proceso médico importante. De igual manera, tendremos que aprender a valorar el alcance de este y las verdaderas capacidades del niño o niña, permitiendo la máxima autonomía dentro de las capacidades y posibilidades. Discerniendo qué puede hacer de manera independiente y permitiéndoselo, y que no.  
Sea como sea, cuando hablamos de darles autonomía hay que confundirse con una autonomía completa, ni mucho menos. Son niños. Pero sí hablamos de, poco a poco, ir “soltándoles”, viendo como se desenvuelven, e ir interviniendo cuando sea necesario. Por supuesto, habrá que poner límites y tener en cuenta qué es adecuado a cada edad. Pero toda autonomía y responsabilidad que le demos incrementará el desarrollo óptimo. Educando siempre desde el afecto y el cariño y mostrándonos disponibles para ayudarles y apoyarles, pero permitiéndoles vivir por sí solos y equivocarse.

Si necesitáis orientación al respecto, no dudéis en poneros en contacto con Martínez Bardaji psicología y salud.


Estaremos encantadas de ayudaros.

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