miércoles, 1 de febrero de 2017

¿Cómo hablar con un niño o una niña enfadados? Algunos “tips” para manejar la situación


Gestionar el enfado puede ser complicado tanto para niños como para adultos. Todos los niños y niñas se enfadan alguna vez y muestran “ataques de ira” más o menos escandalosos. Es labor de padres, educadores, y de todos los adultos involucrados en la crianza y/o la educación de los peques, la de instruir en habilidades para manejar y para comprender esas emociones. Ahora bien, aparte de realizar tareas que ayuden a generar conciencia y capacidades de regulación emocional, un componente clave (y también complicado) será aprender a hablar eficazmente a los más pequeños durante episodios de frustración y enfado.
Si seguimos una premisa básica como pauta general de actuación, siempre estaremos acertados. Esta consiste en primero, gestionarnos y poder comunicarnos desde la calma con el niño o niña. Si conseguimos esto, lo siguiente que tendremos que hacer será validar la emoción que está sintiendo: “Te estoy pidiendo algo que no te gusta y te ha molestado.” “Todos nos enfadamos alguna vez, las personas mayores también.” Y acto seguido, podremos centrarlo en soluciones o en buscar algo alternativo que hacer.
También va a ser importante transmitirle pautas para que pueda aprender a expresar sus sentimientos y su enfado. Ayúdale a explorar por qué se siente como se siente, permitiéndole explicar lo sucedido. Pero pídele que lo haga desde la tranquilidad, que te cuente, dile que le escuchas, pero que lo haga desde una voz pausada y normalizada. Podemos proponer por ejemplo, que nos vamos a quedar los dos en silencio un rato, hasta que se calme y podamos hablar.
Seguir esta estructura básica será de ayuda para gestionar las situaciones de enfado. No obstante, os dejamos algunos tips más concretos que podréis tratar de emplear en diferentes situaciones:
  • Transmítele al niño o la niña lo que tú percibes cuando se comporta de determinada manera. Si rompe sus juguetes, en lugar de decirle “deja de romperlos”, transmítele que parece que lo haga, por ejemplo, porque ya no le gustan. Y pídele que lo aclare. De esta manera favorecerás el diálogo y la expresión de sentimientos, para que pueda comprender su propio enfado.  Permítele conectar con la causa de su emoción para que pueda resolverla.
  • Valida sus emociones. Procura no decirle frases del tipo: no deberías sentirte así / ya eres mayor, no deberías llorar. Transmítele que comprendes su enfado, dile que los mayores también nos sentimos así a veces (decirle lo contrario sería mentir, y debe aprender a gestionarlo para hacerlo cuando llegue  la vida adulta). También puedes emplear fórmulas del tipo: “está bien estar enfadado”, o “comprendo que esto que ha ocurrido no te gusta, y por eso te enfada, pero…” y mantenerte firme en tu posición si se debe a una actitud desafiante. Una vez valides su emoción, proponle buscar una solución juntos.
  • Plantéale opciones. Cuando tienes que pedirle al niño o niña que haga algo que no quiere y deriva en enfado, plantéale opciones (que impliquen al final realizar la conducta que pedimos). Si por ejemplo, el vestirse por las mañanas supone toda una odisea. Puedes probar a darle a elegir entre si quiere vestirse antes o después de desayunar, pero acordad entre ambos que lo que decida deberá hacerlo. Las rabietas en los niños más pequeños se pueden emplear como manera de ejercer control sobre su entorno y de esta manera le ofrecemos el control a ellos (logrando que finalmente hagan lo que pedimos, pero sin degenerar en un conflicto mayor).
  • Céntrale en soluciones y ofrécele tu compañía y ayuda: a la hora de tener que recoger la habitación, por ejemplo, podemos tender a emplear discursos del tipo “¡Recoge o no sales de aquí!”. Esto va a generar conflicto entre ambos. Prueba a ponerle en marcha, hacia la soluciones: ¿qué te parece si empezamos haciendo la cama? Te voy a ayudar. La focalización en las soluciones será también muy útil cuando el enfado proviene, por ejemplo, de una situación en la que el niño o niña no paran de quejarse. Calmadamente, le podremos plantear: Te escucho, ¿podemos encontrar una solución?
  • Si grita, pídele que reformule lo que tenga que decirte en un tono normal. A veces no perciben o no se dan cuenta de que están gritando, o creen que así lograrán lo que desean. Solicítale, desde la calma (¡esto es muy importante!), que te lo diga con un tono de voz normalizado y pausado. Pídele que te cuente lo que le ocurre, calmadamente.
  • En lugar de repetir varias veces lo mismo, o plantearle “cuántas veces te lo tengo que decir”, devuélvele la pelota. Prueba a transmitirle: veo que me has oído la primera vez. ¿te parece que te lo diga, me lo repites y nos ponemos a ello?
  • No le digas que te está avergonzando en público. Puedes enviarle mensajes que luego, en la edad adulta, implicará dificultades para gestionar sus emociones. Es mejor que le plantees ir a un lugar privado para resolver lo que ocurre.
  • Cuidado con lanzar mensajes del tipo: “eres imposible” “eres lo peor” “no tienes remedio” y similares. Con ellos no resolvemos nada. Céntrate en su conducta y como comentamos previamente busca soluciones. Por ejemplo, para la situación de “eres imposible” podemos plantearle: cuando te comportas así, estás siendo imposible. No identifiquemos al niño con lo que hace.
  • Cuando no para de decirnos “no” a algo que nos dice, desde la posición de enfado, reconoce la negativa. Lánzale que entiendes que no quiere lo que le estás pidiendo, pero que hay que hacerlo. Y plantéale buscar una solución conjunta

Todo lo anterior puede ayudaros a aprender a gestionar las situaciones de rabia, frustración y enfado in situ con niños y niñas. Ahora bien, tendremos que aprender a adaptar estas pautas a la situación y al niño o niña en particular, así como a nosotros mismos; no se trata de reglas universales. Habrá situaciones en las que nos servirán y situaciones en las que nosotros también tendremos que buscar soluciones acerca de cómo comunicarnos con ellos y ellas. Pero esta guía nos puede ayudar para empezar a descentrarnos de “como es el niño” y centrarnos más en su conducta, ayudándole a explorar sus sentimientos.

Si te gustaría recibir orientación o pautas en términos de gestión emocional para los más peques, o tienes cualquier otra duda o necesidad relacionada con su crianza y bienestar emocional, no dudes en ponerte en contacto con Martínez Bardaji psicología.

Estaremos encantadas de ayudaros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario