martes, 11 de octubre de 2016

Rabietas infantiles: ¿Qué son, por qué surgen y cómo gestionarlas?

Todas las madres y padres sabrán en primera plana lo que son las rabietas y los berrinches en los más pequeños. Se trata de episodios en los que los niños expresan una gran cantidad de frustración e ira de manera muy llamativa, generando situaciones poco agradables tanto para los padres como para los niños que las tienen.
Estas rabietas comienzan a aparecer alrededor de los 2 años y pueden mantenerse hasta los 5-6, desapareciendo gradualmente con el tiempo a medida en que aprenden a gestionarse (y si no hay nada que les haga aprender que les sirven de algo). En un primer momento, surgen como modo de expresión de la frustración en un momento en el que no saben cómo hacerlo porque o bien no tienen capacidad de control, o bien no son capaces de expresar sus emociones mediante el lenguaje. Al principio, esto se debería a la etapa madurativa en la que se encuentran, ya que todavía no han podido desarrollar capacidades de racionalización e inhibición suficientes como para actuar de otra manera.
Generalmente, las pataletas se originan en situaciones en las que los niños no son capaces de acceder a sus deseos más inmediatos o cuando no se les deja hacer algo que quieren “ya”. La situación de espera genera esa frustración de la que hablamos anteriormente y que no saben canalizar todavía. Además, especialmente a los 2-3 años, los niños demandan más independencia y cuando algo no les sale porque todavía no tienen las habilidades necesarias sienten impotencia y se frustran; e intentar hacerlo por ellos puede desencadenar una rabieta, contrario a la intuición del adulto. Otros aspectos como el miedo a perder el afecto de los padres en algunas situaciones concretas pueden desatar estos estallidos de rabia. Por último, cabe destacar que en los más pequeños no ser capaces de comunicar adecuadamente una necesidad, algo que necesitan, puede generar también una rabieta.
Las rabietas resultan especialmente molestas para las personas de alrededor pero debemos considerar que también lo son para el propio niño, pueden acabar suponiendo para ellos y ellas un cierto estado de ansiedad. En el caso de situaciones en las que incluso tras ceder a sus deseos la pataleta no cede y no calma su desasosiego, estaríamos hablando de un considerable grado de ansiedad que podría acabar siendo problemático.
Sea como sea, tenemos que aprender a ver qué 1) las rabietas son algo normal durante los primeros años de vida y 2) como padres hay que aprender a gestionar las rabietas para que pasen dentro de la normalidad y no se vuelvan funcionales, en cuyo caso podrían verse mantenidas. En un primer momento y salvo que consiga algo de ellas, no lo hacen por fastidiar o desafiar. Eso ocurriría si les damos motivos para que tengan esta función.
Con respecto a esto último, comentamos a qué nos referimos. Si bien tienen su origen como expresión de la frustración cuando no conocen otro medio, pueden continuar ocurriendo si el niño ve que le sirven para algo. Cuando tener pataletas les permite conseguir lo que quieren, ya sea en forma de juguetes, de librarse de algo, de atención o cualquier otro elemento que deseen, las pataletas no solo tendrán esa función expresiva sino que se convertirán en un instrumento que emplearán a gusto. Van a comenzar a emplearlas para llamar nuestra atención, manipular nuestras decisiones o lograr que le demos algo que desean.
Llegados a este punto… ¿Qué puedo hacer yo como padre o madre frente a una rabieta?


  • Asegúrate de que el niño no se hace daño: Mantenerle seguro si le da un ataque o arranque de rabia es primordial, no podemos llegar al extremo de que se golpee, de patadas, arañe… Si está en un lugar en el que corre algún riesgo físico, se le llevará a otro lugar más seguro y le diremos que estaremos allí hasta que nos calmemos. Ahora bien, ojo con enviarle a la cama o al cuarto de juegos. En ese caso, sin querer podemos estar recompensando la conducta porque le mandamos donde tiene todo lo que le gusta hacer…
  • Conserva la calma, no grites ni te muestres alterado/a: Aunque parezca imposible. Debemos dar ejemplo manteniendo el control y sin dejarnos llevar por nuestros impulsos. Además, si entramos a discutir estamos prolongando sin querer la pataleta, ya que alimentamos el estado de activación e ira que de lo contrario bajaría por sí solo.
  • Cuidado con condicionar nuestro cariño a que se calmen: En ocasiones puede llegar a decirse “no te querré si haces eso” o “estás haciendo el ridículo” y grabándose en la memoria de los más pequeños si esta situación se mantiene.
  • No intentar hacer entrar en razón hasta que no “pase la tormenta”: mientras este en el momento álgido de la rabieta no lograremos nada. A medida en que se calme, ya abordaremos la situación conectando con sus emociones y elaborando lo ocurrido
  • Háblale con seguridad y mirando a los ojos: acuclíllate, ponte a su altura y mírale de tú a tú. Manteniendo el respeto, mírale hasta que mantenga la mirada para poder dialogar.
  • Espera a que se tranquilice solo: Si no logras nada hablando, esperaremos a que se calme solo. Sin atender a la rabieta hasta que se calme (por supuesto y de nuevo atendiendo a que no se haga daño).
  • Abordar el enfado cuando se halla calmado: alabando lo bien que ha logrado calmarse (ojo aquí, alabar el comportamiento en lugar de decir “qué bueno eres ahora” o similares). En este momento, abordaremos conjuntamente qué ha ocurrido y por qué, reflejando la emoción y conectando con ella (veo que estás enfadado por lo que ha ocurrido… Es normal cuando te molestas, pero ¿qué otra cosa podríamos hacer para que no ocurra?)
  • No recompenses ni castigues por una rabieta: Está bien hacerle llegar que la rabieta es terrible para él o ella y que comprendemos su sufrimiento. Pero no premiar ni castigar la rabieta ya que empezaremos a mantenerlas sin querer. Que no se salga con la suya pero tampoco alimentemos que es “malo” o “mala”. Transmitir comprensión y conexión con su sufrimiento aunque te mantengas firme sin ceder.
  • No temas las rabietas en público: Si tenemos excesivo cuidado o evitamos ir a determinados lugares por miedo a la pataleta el niño o niña se va a percatar y podría emplearlas como instrumento cuando no quiera ir a algún sitio.
  • Sé fuerte: si antes cedías a los deseos del niño o niña frente a una rabieta y dejas de hacerlo es probable que por un tiempo estas cobren más intensidad. Siempre procurando que no se haga daño, por supuesto, sigue las anteriores directrices y procura mantener tu autocontrol aunque resulte complicado.


Finalmente, cabe destacar que no sería realista esperar que un niño no tenga rabietas. Es un niño e incluso por muy bien que las gestionemos las seguirá teniendo durante un tiempo, es algo natural y una manera de expresión de la frustración cuando todavía no tienen medios para hacerlo de otra manera. Pedirle a un niño de 3 años que se gestione emocionalmente no es posible por el nivel madurativo cerebral, en el que las áreas emocionales juegan un rol mucho mayor frente a las racionales ya que estas están en desarrollo todavía y le va a costar. No obstante, tanto si no sabemos como abordarlo como si creemos que existe algún problema de mayor gravedad o que se han podido mantener debido a nuestra actuación, puede ser de utilidad la ayuda profesional. 
Si crees que podría ser vuestro caso, desde Martinez Bardaji psicología podemos ayudaros a ver cómo abordar estas rabietas, examinar por qué se producen o surgen y ayudaros en su gestión. 


1 comentario:

  1. Viendo un artículo de esta semana en El Mundo sobre cuentos infantiles para dormir. El artículo es este:
    http://www.elmundo.es/sapos-y-princesas/2017/01/14/587a8e98ca474190638b4592.html

    ... me gustaría explicar que hace un par de meses fui con mi niño de 4 años a ver un Cuentacuentos que trataba precisamente de eso, de que todos los presentes nos quedáramos allá mismo dormidos.

    Creo que se titulaba "Quedate dormido en tu camita". El suelo estaba lleno de mantas y cojines para que todos nos tumbáramos. Y la chica que contaba el cuento pasaba por encima de toda la gente, que era un montón, porque la sala estaba llenísima.

    Estaba basado en dos libros que aparecen en ese artículo del Mundo:
    El libro titulado "Mi camita" y el libro titulado "Todos bostezan".

    Ciertamente a mi niño le encantó, y me sorprendió mucho porque pidió dormir esa noche en su camita, que era un poco la finalidad de ese espectáculo.
    Así que me hice con esos dos libritos y la verdad, mi hijo casi cada noche duerme en su cama. Le hemos puesto a la cama unos ojos y una boca como la del cuento y se duerme feliz.

    Al leer ayer el artículo del El Mundo, quería contar esta experiencia, que realmente fue muy enriquecedora.

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