martes, 27 de mayo de 2014

Cómo fomentar una buena autoestima en nuestros hijos




La autoestima es la evaluación que hacemos de nosotros mismos, cómo nos juzgamos o nos valoramos. Sería algo parecido a un espejo interno en el que influyen factores como los logros que hemos conseguido a lo largo de nuestra vida y cómo los valoramos, lo que creemos que los demás opinan de nosotros, nuestras experiencias de vida, frustraciones, decepciones…etc.
Es algo totalmente subjetivo, muchas veces la imagen que tenemos de nosotros no se corresponde con lo que los demás perciben o con los que realmente somos.
Ya desde la infancia, se pueden aprender habilidades para desarrollar una autoestima fuerte y sana.

-El apego, el vínculo que establecemos con nuestros hijos, es uno de los factores principales para la construcción de una buena autoestima. Las experiencias tempranas que forman el apego, cómo alimentamos y cuidamos a nuestros hijos,  influyen en su desarrollo emocional. Un apego seguro, basado en la seguridad que nuestro hijo sea valorado y querido por nosotros creará una relación estable y cálida con él que influirá en su autoestima. En la familia, el niño empieza su proceso de socialización y con nosotros adquirirá herramientas para enfrentarse a situaciones en un futuro.

-Además de esta seguridad, debemos de brindar a nuestros hijos la oportunidad de elegir, de equivocarse, para que sean capaces de asumir las consecuencias de sus actos y de superarse, motivándoles hacia actividades que le gusten y que desarrollen alguna de sus capacidades.
 Por ejemplo, no debemos obligar a nuestros hijos a apuntarse a determinada extraescolar, las extraescolares son actividades no obligatorias y están dentro de su tiempo libre, debe ser algo que él elija y que le guste.

-Fomentar su espíritu crítico, que desarrollen sus propias ideas sobre diferentes temas, pedirles su opinión sobre noticias que aparezcan en televisión o sobre temas del día a día,fomenta el que ellos vayan creando su propio pensamiento independiente. Hay que dejarle claro que a todo el mundo no le gusta lo mismo, y si no sería muy aburrido, para que él mismo vaya aprendiendo a no ceder a la presión de grupo y a desarrollar su propia personalidad.

-Aprender  a identificar cada una de nuestras emociones con palabras y a señalar diferentes formas de expresión de las mismas y cúales son adecuadas y cúales no en función de la situación. Así aprenderemos a controlar y canalizar esas emociones y que no sean ellas las que nos dominen a nosotros. Además el identificar nuestras propias emociones nos ayudará a hacerlo en los demás, saber cómo puede sentirse el otro, tan fundamental en las relaciones con los demás.

-La relación con los iguales, también tiene una gran influencia en esta autoestima. La relación que establezcan con niños de su edad, implican aceptar nuevas pautas de actuación diferentes a las que ellos estaban acostumbrados en casa. Deben aprender a ceder turnos, a compartir, a resolver conflictos con amigos, a respetarse unos a otros, sin nuestra protección. Para ello, sobretodo en edades escolares, el juego es fundamental, pues es donde aprenden a distinguir situaciones reales de las imaginarias y analizar situaciones cotidianas.

No debemos olvidarnos de todo esto, pues es en la infancia y en la adolescencia donde forjamos las  bases de la autoestima que nos acompañará durante toda nuestra vida y como padres, debemos ayudar a que ésta sea fuerte y estable.